El Senado y la Cámara de Diputados de México han aprobado reformas que prohíben la venta de alimentos con alto contenido calórico en las escuelas de todos los niveles, desde educación básica hasta universidades. Esta medida busca combatir la creciente tasa de obesidad infantil en el país y promover hábitos alimenticios más saludables entre los estudiantes. La prohibición incluye no solo la venta dentro de las escuelas, sino también en sus inmediaciones, afectando una amplia gama de productos, desde refrescos y frituras hasta postres y embutidos.
Esta reforma se enmarca en una serie de esfuerzos del gobierno mexicano por mejorar la alimentación de los niños y adolescentes, quienes se enfrentan a alarmantes tasas de obesidad. De acuerdo con datos de la UNICEF, México ocupa uno de los primeros lugares en obesidad infantil a nivel mundial, con el 30% de los niños en sobrepeso o con problemas de obesidad. Estas cifras han impulsado la implementación de políticas que restringen la disponibilidad de alimentos con bajo valor nutricional en los centros educativos.
La nueva normativa, además de limitar la venta de comida chatarra en los centros educativos, busca fomentar la distribución de alimentos saludables, como frutas y verduras, preferentemente de producción local. Los legisladores han argumentado que el alto consumo de alimentos procesados y bebidas azucaradas no solo incrementa el riesgo de enfermedades como la diabetes y la hipertensión, sino que también afecta negativamente la concentración y el rendimiento académico de los estudiantes.
La pandemia de COVID-19 también aceleró la necesidad de adoptar estas medidas, ya que el consumo excesivo de azúcares refinadas ha sido identificado como un factor de riesgo en la letalidad del virus, afectando principalmente a personas con condiciones preexistentes como obesidad y enfermedades metabólicas.
México ha estado implementando medidas como el etiquetado frontal de advertencia en alimentos desde 2020. Sin embargo, la comercialización de productos ultraprocesados sigue siendo un desafío. Países como Chile y Perú han adoptado enfoques similares con éxito, reduciendo significativamente el consumo de estos productos en las escuelas. La esperanza es que México logre replicar estos resultados, mejorando la salud infantil a largo plazo.
Aunque la prohibición de la venta de comida chatarra en las escuelas representa un avance importante, el éxito de esta iniciativa dependerá de la implementación efectiva y del compromiso de las comunidades escolares. Las reformas también deberán ir acompañadas de campañas educativas que ayuden a los estudiantes y sus familias a entender la importancia de una alimentación saludable y equilibrada, un reto que va más allá de la simple prohibición.
El senador Martí Batres, quien impulsó esta reforma, subrayó la importancia de crear entornos más saludables para los niños y jóvenes: "La pandemia mostró que el consumo excesivo de alimentos chatarra tiene consecuencias devastadoras en la salud pública, por lo que esta medida es más urgente que nunca". Expertos en salud pública también han aplaudido la iniciativa, destacando que es un paso crucial para combatir la obesidad infantil en el país.