En la cima de una montaña del norte de Chile, la cámara digital más grande del mundo se prepara para encenderse y dar inicio a una nueva era en la observación astronómica. Este impresionante dispositivo, de 3.200 megapíxeles, está alojado en el Observatorio Vera C. Rubin, un nuevo telescopio que se encuentra en el Cerro Pachón, a 2.682 metros sobre el nivel del mar. Con una misión ambiciosa, la cámara capturará imágenes detalladas del cielo nocturno, cubriendo una zona tan extensa como 40 lunas llenas en cada toma, con el objetivo de desvelar algunos de los secretos más profundos del universo.
El Observatorio Vera C. Rubin, cuyo nombre homenajea a la astrónoma que estudió la materia oscura, tiene como misión principal el "Legacy Survey of Space and Time" (LSST), un estudio que se extenderá por 10 años y permitirá a los científicos observar el cielo del hemisferio sur cada tres o cuatro noches. Durante cada noche, la cámara tomará aproximadamente 1.000 imágenes, generando 20 terabytes de datos, el equivalente a tres años de contenido de Netflix, y proporcionando un catálogo sin precedentes de estrellas y galaxias. El proyecto busca comprender mejor fenómenos como la materia oscura, el comportamiento de asteroides y las explosiones estelares (supernovas).
El proyecto Vera C. Rubin fue una de las iniciativas mejor clasificadas en la Encuesta Decadal de Astrofísica de Estados Unidos en 2010, y se encuentra en la fase final de su construcción, tras más de tres décadas de planeación. La cámara digital instalada en el observatorio tiene un tamaño similar al de un automóvil pequeño y pesa cerca de 2,8 toneladas. Se espera que su capacidad para capturar un campo de visión tan amplio, equivalente a 40 lunas llenas, revolucione la forma en que se hace astronomía, al permitir que los científicos pasen de estudiar una sola estrella a examinar miles de millones al mismo tiempo.
Chile, gracias a las condiciones excepcionales de sus cielos, se ha convertido en uno de los principales centros de observación astronómica del mundo. La poca nubosidad y el clima seco del desierto generan las condiciones perfectas para la instalación de telescopios de alta tecnología. De hecho, un tercio de los telescopios más potentes del mundo están instalados en el territorio chileno, incluyendo el Observatorio ALMA y el futuro Telescopio Extremadamente Grande. El Observatorio Vera C. Rubin, junto con otros centros, posiciona a Chile como una potencia mundial en la observación del universo
La cámara de 3.200 megapíxeles del Observatorio Vera C. Rubin triplicará la capacidad de la actual cámara más poderosa del mundo, la Hyper Suprime-Cam de Japón, y será seis veces más potente que la mejor cámara disponible actualmente en el NoirLab de Chile. El proyecto tiene un costo de aproximadamente 800 millones de dólares y está financiado por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF) y el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE). Además de su capacidad de resolución, la cámara está equipada con algoritmos de inteligencia artificial para analizar los datos capturados y emitir alertas de fenómenos astronómicos en tiempo real
Con la capacidad de tomar una imagen del cielo cada 30 segundos, la cámara no solo permitirá detectar asteroides que podrían amenazar la Tierra, sino que también contribuirá a la búsqueda del Planeta Nueve, un hipotético planeta que podría existir en el sistema solar. Además, los datos recopilados ayudarán a los astrónomos a mapear la distribución de la materia oscura, un componente del universo cuya naturaleza sigue siendo uno de los mayores misterios científicos. El profesor David Kaiser, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), señaló que el Observatorio Rubin ayudará a aclarar cuestiones de larga data sobre la materia y la energía oscuras, elementos que conforman la mayor parte del universo.
El Observatorio Vera C. Rubin, con su avanzada cámara digital, representa un cambio significativo en la forma de hacer astronomía, permitiendo a los científicos explorar el universo de una manera nunca antes posible. La capacidad de captar el cielo con tal nivel de detalle y frecuencia ofrece la oportunidad de descubrir fenómenos astronómicos, desde supernovas hasta planetas desconocidos. En los próximos años, el proyecto Rubin promete ser una fuente inagotable de descubrimientos y un instrumento fundamental para avanzar en nuestra comprensión del cosmos.