El 28 de octubre es una fecha especial dentro de las festividades del Día de Muertos en México, pues se dice que es el día en el que las almas de aquellas personas que murieron de manera trágica regresan para visitar a sus seres queridos. Esta creencia forma parte de la compleja y rica tradición que rodea a la festividad, en la cual se honra a los difuntos de diferentes maneras y en fechas específicas dependiendo de las circunstancias de su muerte.
El Día de Muertos, una de las celebraciones más emblemáticas de México, se celebra entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre. Durante estos días, se cree que las almas de los difuntos regresan del más allá para convivir con sus seres queridos. Cada día tiene un significado particular, y está dedicado a distintos tipos de almas. El 28 de octubre es el día destinado a las almas de quienes tuvieron una muerte trágica, como accidentes o actos de violencia.
La creencia popular sostiene que en este día se reciben con veladoras encendidas y ofrendas sencillas a estas almas, ya que sus muertes fueron inesperadas y, en muchos casos, dolorosas. En algunas comunidades, también se coloca un vaso con agua para mitigar la sed de las almas tras su largo viaje y se encienden incienso y copal para guiar el camino de regreso.
La celebración del 28 de octubre tiene profundas implicaciones culturales y sociales en México. Representa el reconocimiento de la vulnerabilidad humana frente a la muerte y la importancia de no olvidar a aquellos que fallecieron de manera trágica. Estas ofrendas muestran el respeto hacia los difuntos y la empatía hacia sus sufrimientos, valores profundamente arraigados en la cultura mexicana.
Según el antropólogo Ricardo Galván, "el día 28 de octubre es una manera de ofrecer consuelo a las almas que no tuvieron una partida tranquila. Las comunidades intentan brindar paz a estas almas a través de la luz y las oraciones". Esta práctica también refleja cómo las tradiciones del Día de Muertos han evolucionado para incluir diferentes perspectivas sobre la muerte, ofreciendo un espacio para todas las circunstancias de partida.
El Día de Muertos se caracteriza por sus diferentes etapas. El 29 de octubre está dedicado a los que murieron ahogados, mientras que el 30 y 31 de octubre se recuerda a los niños fallecidos sin ser bautizados, conocidos como los “angelitos”. El 1 de noviembre, día de Todos los Santos, se conmemora a los niños que murieron después de ser bautizados, mientras que el 2 de noviembre es el día más conocido, cuando se honra a todos los difuntos adultos.
Aunque cada día tiene un enfoque específico, la esencia común es el amor y la conexión con aquellos que ya no están físicamente. La complejidad de las fechas muestra la manera en que los mexicanos entienden la muerte no como el fin, sino como una etapa más de la vida.
El 28 de octubre es un día que destaca en la celebración del Día de Muertos por su enfoque en las almas de quienes tuvieron muertes trágicas. Esta fecha recuerda la importancia de honrar a todos los difuntos, sin importar las circunstancias de su partida, y refleja la empatía y el sentido de comunidad que caracteriza a la cultura mexicana. La luz de las veladoras y las oraciones ofrecidas buscan brindar paz a esas almas, reafirmando el lazo eterno entre los vivos y los muertos.
Como lo menciona el investigador cultural José Ramírez, "estas tradiciones son una muestra de la resiliencia del pueblo mexicano para enfrentar el dolor y transformar la pérdida en un acto de amor y memoria".