Un reciente estudio ha desmentido la imagen clásica del dodo como un ave lenta y torpe. Lejos de ser un símbolo de ineptitud evolutiva, el dodo era rápido y activo, bien adaptado a su entorno en la isla de Mauricio. Estos hallazgos invitan a reconsiderar la historia del dodo y a valorarlo como un miembro integral de su ecosistema.
El dodo (Raphus cucullatus), endémico de la isla de Mauricio, se extinguió a finales del siglo XVII, poco después de la llegada de los colonos europeos en 1598. Durante siglos, la imagen popular del dodo ha sido la de un ave torpe y gorda, lo cual fue reforzado por las representaciones artísticas y los relatos incompletos de los primeros exploradores. Sin embargo, investigaciones recientes realizadas por un equipo liderado por la Universidad de Southampton han revelado que esta percepción está lejos de ser precisa.
El estudio, publicado en el Zoological Journal of the Linnean Society, analizó restos esqueléticos y revisó cuatro siglos de documentación sobre el dodo y una especie relacionada llamada el solitario de Rodrigues. Los resultados sugieren que el dodo era un ave veloz y bien adaptada a su entorno, más parecida a una "paloma gigante terrestre" que a la imagen caricaturizada que se ha mantenido hasta hoy.
El dodo ha sido usado como un ejemplo de "fracaso evolutivo", pero este nuevo estudio sugiere que la verdadera causa de su extinción no fue su supuesta torpeza, sino la llegada de humanos y especies invasoras a la isla de Mauricio. Los cerdos, ratas, perros y gatos introducidos por los colonos europeos destruyeron nidos, se alimentaron de los huevos y compitieron por los recursos alimenticios, lo cual llevó rápidamente a la extinción del dodo en menos de 70 años.
Los investigadores descubrieron que el dodo tenía un tendón en las patas tan grueso como el hueso, lo que indicaba una fuerza comparable a la de aves trepadoras y corredoras actuales. Esta estructura anatómica, junto con las pocas descripciones de la época que mencionan al dodo como un animal "que amaba el bosque y se movía rápidamente", sugieren que era muy ágil y estaba bien adaptado a su hábitat natural.
El dodo y el solitario de Rodrigues pertenecían a la familia de las colúmbidas, la misma que incluye a palomas y tórtolas. Durante el siglo XVIII, se les llegó a considerar criaturas mitológicas debido a la escasez de pruebas físicas de su existencia. Fue solo gracias al trabajo de los científicos victorianos que se confirmó que estas aves, que antes habían sido consideradas poco más que leyendas, realmente existieron y jugaron un papel esencial en su ecosistema.
La imagen del dodo como un ave "dumpy" y predestinada a la extinción fue producto de los relatos fragmentados de los primeros exploradores y de las reconstrucciones artísticas que, a menudo, lo representaban de forma exagerada. La revisión de las evidencias anatómicas sugiere que estas características estaban erradas y que, en lugar de ser torpes, los dodos eran muy activos y eficientes dentro de su entorno. Esta imagen renovada del dodo también nos permite reflexionar sobre el impacto humano en la biodiversidad y el valor de entender a fondo los ecosistemas que hemos modificado.
El nuevo estudio sobre el dodo no solo cambia nuestra percepción de esta emblemática ave, sino que también refuerza la necesidad de reconocer el papel que desempeñó en su ecosistema y los efectos devastadores de la llegada humana a su hábitat. Los investigadores esperan que, al comprender mejor a los dodos, podamos contribuir a la recuperación de ecosistemas afectados en Mauricio y evitar la repetición de errores del pasado. Como mencionó el profesor Neil Gostling, "no existen otras aves vivas hoy en día como estas dos especies de paloma gigante terrestre", lo cual subraya la singularidad y la pérdida irreparable de estas especies.